La misión Ganímedes vuelve a la
tierra tras recorrer millones y millones de kilómetros por la galaxia y tras
varios años por el universo. Pero una serie de situaciones hace que su
aterrizaje no sea tan apacible y heroico como se esperaba. De hecho, la nave
aterriza en el mar, cerca de la costa, rodeados de un desierto implacable y sin
nadie a la vista. Sin ningún recibimiento ni aplauso. Los astronautas,
asombrados, intentan sobrevivir en un paraje inhóspito mientras se preguntan
qué ha pasado en la tierra. Estamos ante una curiosa producción alemana de
ciencia ficción, con varios tiempos muertos y un ritmo que exige del espectador
lo que el cine de género USAmericano da mascadito pero que, a la postre,
resulta una muy interesante reflexión cinematográfica sobre las capacidades del
hombre para auto destruirse. El director, Rainer Erler, exprimiendo sabiamente los
pocos medios de producción disponibles y alternando entre una línea cronológico-temporal
y varios flashbacks semánticos, se
sirve de un desconocido grupo de actores teutones (uno de ellos con rasgos de
Freddy Mercury y Stacy Kech), entre los que destaca un jovencísimo Jürgen
Prochnow, para subrayar nuestro desamparo vital así como el sinsentido de
varias de nuestras empresas y proyectos. La música, que alterna entre la
fanfarria, irónicamente descontextualizada, y la música interplanetaria de La linterna mágica, subraya muy bien el
carácter insólito del producto, una auténtica rara avis en la cinematografía europea de la época. Aunque hay que
recordar que el cine del este (ruso, checoslovaco, polaco, etc.) transitaban
con cierta asiduidad parámetros parecidos a esta estupenda y sorprendente gema
de la Sci-Fi survival europea.
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