La familia de John Benedict
(William Holden) es exterminada por un grupo de comanches capitaneados por un
blanco con muy malas pulgas. El superviviente consigue sacar de la cárcel a un
variopinto grupo de desarrapados con la intención de que le ayuden a dar caza a
los culpables de su viudedad. Y así las cosas, el argumento se va complicando y
enrevesando, pero siempre con la intención de contar una historia de alto
contenido moral. Aprovechando el éxito y las resonancias cinematográficas de Grupo salvaje, Delbert Mann (que no
tiene nada que ver con el gran Anthony Mann) se saca de la manga este Western de venganzas y traumas
familiares, protagonizado por dos de los actores originales del film de Sam Peckinpah y una Susan
Hayward espléndida (aunque su personaje no sale mucho, que digamos). La
película revisita muchos de los paisajes físicos y morales del film del 69, así como da cabida a una
buena parte de su paisanaje (con varias figuras y caracteres similares). De
hecho, se nota una voluntad férrea de parecerse a la estratosférico obra
maestra del director californiano, también en aspectos técnicos (como distintos
encuadres, la misma fotografía, multitud de escenas, algunos cortes de la BSO,
etc.), aunque con ligeras influencias del Western
mediterráneo y casi ningún elemento crepuscular. En cualquier caso, no estamos
ante un gran trabajo pero sí que es una obra estimable y entretenida. Como otra
de las obras post-Peckinpah, Caza
impagable, por ejemplo.
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