Douglas Trumbull es conocido,
principalmente, por ser el responsable de los efectos visuales de clásicos como
2001: una odisea del espacio, Stark Trek: La película o Encuentros en la tercera fase. Pero
también es autor, por derecho propio, de algunos pequeños clásicos de la
ciencia ficción de los setenta y de los ochenta. Entre estos clásicos, hay que
destacar Naves misteriosas, por
ejemplo; o esta Brainstorm, centrada
en una temática de tantísima actualidad como de no problemáticas implicaciones:
¿pueden registrarse los pensamientos, las emociones y las experiencias de las
personas para que cualquiera pueda “vivirlas” tiempo despuéss? Tema tan phillipkadickiano encuentra en el
tratamiento que le otorga Trumbull (provocativo, profundo, áspero) un canal
maravilloso para que los espectadores reflexionen sobre las posibilidades y los
límites de tamaña hazaña. El equipo de investigadores y científicos, formado
por Louise Fletcher y por Christopher Walken, realiza un trabajo conmovedor, al
igual que el equipo de empresarios y militares (con Cliff Robertson a la cabeza),
y el mensaje final del film hace el
resto. Excelentemente ambientada, rodada y montada, y producto de un rodaje
infernal en los estudios de la MGM, estamos ante una de esas joyas, propias de
la ultraconservadora década de los ochneta, medio olvidada por el tiempo. Y eso
no tiene perdón de Dios. Como valor añadido, estamos ante el ultimo papel,
fascinante, de la siempre hermosa y siempre talentosa Natalie Wood.
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