3.5*
Tony Gatlif, director francés de origen gitano, siempre ha
estado muy interesado por el estudio y la difusión de la herencia cultural de
ese pueblo
nómada y disperso, el gitano, que convive con el resto de culturas donde se
asienta con esa mezcla de indulgencia e indiferencia que es propia de los pueblos
seguros de sí mismos y reacios a una completa asimilación.
Latcho Drom es un recorrido por diversas comunidades gitanas que
van desde el subcontinente Indio hasta España, pasando por Egipto, Turquía,
Hungría, Rumania y Francia. Y como Cliford Geertz con su
thick description (y, antes que él, Gilbert Ryle), Gatlif
pretende mostrar las características de un pueblo en base a la descripción de
un elemento clave de su cultura: en este caso, la música y la danza, que
cumplen un papel primordial en la reproducción generacional de un pueblo que, además,
posee una cultura oral muy fuerte. Estéticamente, la película es subyugante, como también lo son los
distintos bailes, canciones y músicas que van deleitando al espectador. Por cierto, la influencia de la música
romaní
en la cultura europea es algo todavía por estudiar, aunque la figura de Django
Reinhardt, por ejemplo, les hizo (en parte) justicia, reconociendo su legado.
Latcho Drom forma parte de una trilogía sobre el pueblo gitano, junto con dos obras de
ficción:
Les princes (1983) y
Gadjo Dilo (1997). Para terminar,
Jeremy Marre rodó dos episodios de su famosa serie de 14 capítulos para
Harcourt Films, con el expresivo título
The Romany
Trail: Gypsy Music, la primera sobre África y la segunda sobre Europa. Finalmente, se aconseja completar con
Gitanos de Buenos Aires, de Xavier Villaverde y Regina Álvarez, sobre la comunidad judía en Buenos Aires.