John Ryder, un autoestopista ambiguamente huraño, siembra el
terror en una carretera desértica y persigue con ahínco y muy mala leche a un
conductor solitario. El primero está excelentemente interpretado por Rutger
Hauer –actor fetiche de Paul Verhoeven-, mientras que al segundo le pone cara,
sudor y lágrimas un competente C. Thomas Howell. Rodada en el desierto de
Mojave, la opera prima de Robert Harmon consigue sacar partido a las
localizaciones, a los actores, a la excelente fotografía de John Seale y a la
mínima trama que sustenta la historia para construir un inverosímil pero
absorbente psychothriller con una
vaga inspiración en Terminator, de
James Cameron. Las conexiones del film,
dentro de sus limitaciones, son considerables (la estupenda The Hitch-Hiker de Ida Lupino, El diablo
sobre ruedas, Creepshow 2, Nunca juegues con extraños, el reciente remake).
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