Una de las rarezas del cine francés de los últimos años,
sobre una pareja de pelirrojos –Vincent Cassel y Olivier Barthelemy- que se embarcan
en una aventura, en una imprevisible road movie, de camino a Irlanda. A partir de esa premisa, la película se va
enrareciendo, pervirtiendo, enloqueciendo continuamente, mientras los
personajes van cambiando de roles en un intento por rebelarse contra todo lo
que creen que les ha venido sometiendo. La historia se va desarrollando en una
espiral de sinsentido y de violencia hasta un final que puede provocar varias
interpretaciones pero que, a la postre, insatisface al espectador. Por otro
lado, el film logra emocionar en
alguno de sus tramos pero, en conjunto, se muestra fallido, por su
inconsistente propósito de mostrar la locura de unos personajes desubicados,
rechazados, apátridas. Estéticamente atractiva y con una excelente
interpretación de la pareja protagonista, especialmente de Vincent Cassel,
supone el primer film de Romain Gavras, hijo del mítico Costa-Gavras –con
producción del propio Cassel-.
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