Un grupo de
amigos va a pasar unos días a una cabaña cerca de un hermoso lago, en las
montañas noruegas. Un lago que parece que no tiene fondo. Si bien, al principio,
todo son paseos y conversaciones triviales e intelectuales (Ibsen, Oscar Wilde,
Strindberg, Holmes), conforme van pasando los días, extraños sucesos comienzan
a suceder. Uno de los hitos de la cinematografía noruega, alrededor de una
historia que conjuga excelentemente una leyenda terrorífica, el psicoanálisis y
una trama criminal. La creación de atmósferas está realmente bien elaborada, el
humor aparece en los momentos adecuados y la admirable sucesión de escenas,
junto con una puesta en escena meticulosa, va desarrollando el suspense y la
intriga hasta el sorprendente final. Durante el visionado, el espectador puede
pensar en Viernes 13 o en Posesión Infernal, por lo que hay que
subrayar que la película es de 1958 y está fotografiada en B&W. Seis años después, el director, Kåre Bergstrøm (de la
generación de Arne Skouen y Edith Carlmar), volvería a recabar en el thriller de terror con Klokker i måneskinn.
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