Mel Brooks escribe, produce y dirige esta parodia del género de terror que está basada en la novela del Mary W. Shelley sobre los
experimentos del doctor Frankenstein. Bueno, en este caso, sobre los
experimentos del nieto del Barón, el doctor Fronkonstin
(siguiendo la pronunciación del doblaje al castellano). Si bien está rodada con
cierto esmero y con una cuidada ambientación, tanto los gags como, en general, el humor (sosos los unos, vulgar el otro) no
están a la altura ni de la producción ni de la fama del film. Y ello pese a los guiños cinéfilos constantes, particularmente
al cine de James Whale. Especialmente incómodos son los personajes secundarios.
Por ejemplo, el personaje de Inga, erigido sobre el típico rol de las heroínas sexys en las producciones de la Hammer;
o el del propio monstruo, intepretado por un Peter Boyle absolutamente fuera de
lugar. Por el contrario, tanto el papel de Marty Feldman (Igor) como el Kenneth
Mars (inspector Kemp) son dos de los pilares sobre los que descansa la poca
gracia de la historia. Por su parte, Gene Wilder está simplemente correcto. Como
curiosidad, conoció una especie de remake
indio, Sevimli Frankenstayn, dirigido
por Nejat Saydam. En algún sentido, recuerda el sketh
cómico de la película de Eduardo García Maroto, Tres eran tres (1954), en la que también se parodiaba, siguiendo el
guión de Miguel Mihura, el estilo de la Universal. Como curiosidad, en un pequeño papel se puede encontrar a Gene Hackman. Nada más hay que comentar de la película, salvo el
preguntarse por las razones sociológicas de su (a todas luces) inmerecido éxito,
lo cual elevó al film a la categoría
de cult movie y suscitó varias
imitaciones, como la paupérrima Transilvania 6-5000.
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