En la actualidad, salvo contadísimas excepciones, nadie suele
hablar de los creadores de los FX digitales. Sin embargo, no hace mucho, los
diseñadores de efectos especiales sí que conseguían hacerse un hueco en la
industria cinematográfica cuando impresionaban con su trabajo a los
espectadores. Este es el caso de Rick Baker, que ha pasado a la historia por
algunos de los mejores maquillajes y animatronics
de las últimas décadas. De hecho, en este film,
consiguió una de las mejores transformaciones licántropas que se han visto en
el cine. Por lo menos para la época, como siempre se ha de decir. Lo mismo que
su discípulo, Rob Bottin, en Aullidos.
En todo caso, Un hombre lobo americano en
Londres supone una estimable y honesta actualización del mito del hombre
lobo, rodada con mucho cariño y conocimiento de causa y gracias, sobre todo, a
una adecuada fusión entre el género de terror y la comedia USAmericana de los
ochenta, aderezado con una muy british
historia de amor. John Landis rinde homenaje al mito de Larry Talbot
aprovechando un guión bien compacto y una solvente producción. Por cierto, la
película está repleta de guiños cinéfilos (Nosferatu,
Sweeney Todd, La maldición del hombre lobo o El
Álamo, por ejemplo). Además, el score
acompaña a la historia con varias referencias irónicas a lo que pasa en
pantalla (como las canciones Blue Moon
o el tema de la Creedence Clearwater Revival, Bad Moon Rising).
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