El cine contemporáneo vive una situación paradógica: es
extremadamente consciente de su pasado pero tiene que resultar original en el
presente. Este es el contexto en el que podemos situar a The Conjuring, el último film
de James Wan, el creador de la saga Saw.
La historia reúne varias excusas argumentales extraídas de múltiples clásicos
del terror (especialmente de The Haunting, La leyenda de
la casa del Infierno, Terror en Amityville,
Al final de la escalera y Poltergeist), a los que se añaden diversos
lugares comunes del cine de horror de las dos últimas décadas (Posesión infernal, Magic, House, una casa
alucinante, El sotano del miedo y
Arrástrame al infierno), mezcladas,
finalmente, con la moda reciente sobre posesiones demoníacas. Pero está todo
envuelto con un gusto y una profesionalidad muy alejadas de las producciones de
las que esta película es deudora. De hecho, Expediente
Warren no es que no tenga tópicos, es que los tiene todos pero los enlaza y
se mueve entre ellos con la suficiente inteligencia visual (en este sentido, el
trabajo de cámara y la planificación son magníficos) y determinación para
transformar este Expediente X en un
compendio actualizado sobre el cine de casas encantadas y exorcismos varios (un
compendio similar al de La mujer de negro o The Cabin in the Woods, aunque sin sus componentes metaficcionales). Wan ofrece una
narración clásica, que avanza comedidamente, tomándose su tiempo, y que está
lustrada con una detallada ambientación setentera (como la que podemos
encontrar en Zodiac, por ejemplo).
Además, Wan no asusta al espectador de forma gratuita, ni utiliza la BSO tramposa
o ilegítimamente. Sin embargo, a la postre, la película resulta inócua, alejada
de la revulsión física y moral con la que el reciente cine francés de terror nos
está acosando (véase el caso de Martyrs) e, incluso, de las oscuridades lovecraftianas al estilo de In the Mouth of Madness, la obra maestra
de John Carpenter. Por eso, estamos hablando de la que, con seguridad, es una
de las películas de terror para toda la familia más dignamente realizadas de
los últimos años. En este sentido, las connotaciones religiosas (además de dar
empaque y solidez ghostly al
producto) se muestran muy apropiadas a la visión USAmericana del mundo. Por
cierto, los actores están correctos, nada más.
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