De vacaciones por zonas rurales californianas, un grupo de turistas recalan en una especie de paraíso, verde y refrescante. Al tener el
coche estropeado, deciden quedarse pero un sonriente granjero les encuentra y propone
arreglarles el vehículo en su propia granja. El gran Chuck Connors (habituado a
esta clase de papeles) compone un personaje desdoblado, que arrastra una vieja
herida en su alma, un negocio frustrado y vive en una casa llena de muñecos y
maniquíes fabricados por su hermano, un extraño asesino con poderes telequinéticos.
Aunque la casa reserva alguna que otra sorpresa, todo hay que decirlo. Una de
las manifestaciones más extrañas e insanas del subgénero conocido como American Gothic, con un argumento que,
si bien no es del todo sorprendente, la forma en que el director (David
Schomeller) lo lleva a la pantalla sí que es destacable, por su acertada
progresión en el suspense. Hay que destacar el erotismo de Tanya Roberts y la
conseguidísima atmosfera de perturbación y de angustia, subrayada por una
excelente BSO del compositor habitual de la primera época de Brian de Palma,
Pino Donaggio. En definitiva, se trata de un sorprendente y curioso slasher que merece ser redescubierto.
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