En 1939 era muy difícil destacar con una película. Ese año
se presentaron Lo que el viento se llevó,
El mago de Oz, La diligencia o La regla del
juego, lo que da la pauta del nivel en la que se rodaba en esa época. Sin
embargo, también se estrenaban cientos de películas de variada calidad y que,
de una forma u otra, conquistaban al público. Este es el caso de Con su misma arma. El abogado John Webb
(Pat O’Brian) ocupa su tiempo luchando contra la corrupción, especialmente
contra el magnate Vincent Cushing (Edward Arnold). En los intersticios de esta
lucha constante, también tiene tiempo para coquetear con varias mujeres (como con
Ruth Terry), aunque especialmente con la hermosa e inteligente Alma Brehmer
(Claire Webb), hasta que es asesinada y debe ponerse manos a la obra para descubrir
al culpable y vengar a la víctima. Una vigorosa mezcla de thriller y screwball comedy,
ambientada en el mundo de las corruptelas políticas, con un retrato de
costumbres de candente actualidad y con un cadáver de por medio. Algo parecido
al hit del momento, Fast and Furious. En definitiva, una pintoresca
comedia de intriga, dirigida por el recuperable Tay Garnett, a la que se le
introducen convenientes tonos de film
noir (gracias a la fotografía de Merritt Gerstad) y que hace pasar un buen
rato con su acertada mezcla de elementos y tonos. Por otro lado, Con su misma arma es una de las primeras
películas del gran Broderick Crawford. Como dato curioso, la película contiene
una escena en un cementerio que coquetea con el terror y presenta un personaje
que será utilizado por varios slashers
contemporáneos.
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