Con la muerte de Alex, unos viejos amigos de la universidad
se reencuentran tras varios años de contactos esporádicos para pasar un fin de
semana en la casa de una pareja amiga del difunto, en Carolina del Sur. Con el
reencuentro, se recuperan las relaciones cruzadas y, con ellas, aparecen la nostalgía,
los sueños perdidos y las dificultades y exigencias de la madurez. Aunque, al
final, el tono del film se muestra
positivo y reconciliador, aún teniendo en cuenta algunas subliminales críticas
al capitalismo. El argumento y la intención de la historia se sitúan en la tradición
del retrato generacional cuyas más recientes manifestaciones podrían ser Las invasiones bárbaras, Los amigos de Peter o Metropolitan. La película cuenta con un
excelente reparto, unos diálogos que condensan profundidad psicológica y sutilidad
emocional y una fotografía del DP de Gente corriente, que contextualiza a la
perfección el ambiente sureño en el que se desarrolla la historia, un ambiente
que representa las raíces que se consiguen con la edad. La BSO está repleta de
viejas y admiradas canciones, desde los Rolling Stones (atención a la escena
del entierro con el You can’t always get
what you want de fondo) y Percy Sledge a Procol Harum y Aretha Franklin,
entre otros. Laurance Kasdawn consigue uno de sus más límpios trabajos,
curiosamente alejado de ese tórrido Fuego en el cuerpo, su anterior película.
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