miércoles, 25 de diciembre de 2013

A quemarropa (Aka Point Blank)

3.5*

Estilización reflexiva y cinéfila del-y-sobre el thriller clásico, a partir de la introducción de algunos parámetros del cine europeo y de vanguardia en los estándares del noir USAmericano. No por casualidad, Point Blank coincide en el tiempo con El silencio de un hombre, La matanza del día de San Valentín y con Bonnie and Clyde. Además, comparte con varias producciones previas algunas características que hacen de esta película de John Boorman un film resumen, producto de un sincretismo conceptual que ralla en la abstracción, tanto en el plano narrativo como en el estético, tanto en el ideológico como en el técnico: personajes arquetípicos, lacónicos, como apunta Walter Hill; una narración pulida y elíptica como la de La ley del hampa, de Budd Boetticher; una estructura compleja, basada en flash backs, que no hacen sino encadenar acciones y consecuencias en una especie de eterno retorno, como había hecho Alain Resnais en Hiroshima, mon amour; los colores luminosos y pop de Código del Hampa, de Siegel, o de El desierto Rojo, de Antonioni; y ciertos destellos, temas y señas de identidad provenientes de Murder By Contract de Irving Lerner (1958), de Blast of Silence de Allen Baron (1961), y Johnny el frío, de William Asher. Pero también tiene, por encima de todo, a un imperturbable y grandísimo Lee Marvin, un actor de roca que sabía expresar con su cuerpo, sus movimientos y su voz mil y un registros. No por casualidad, Marvin había interpretado el papel de Vince Stone en la magnífica Los sobornados. ¿El argumento? Mejor ver la película. Por cierto, Mel Gibson ha protagonizado recientemente una especie de remake, Payback, basado también en la novela de Richard Stark. Y, de hecho, aunque la película fue un fracaso crítico-comercial en su época, ha demostrado ser una de las obras más influyentes del género desde entonces.





No hay comentarios:

Publicar un comentario