Uno de esos atípicos giallos
(por llamarlo de alguna manera) que salpican la cinematografía italiana, obra
del director de Yo soy la revolución,
Damiano Damiani, recientemente fallecido. Aunque, en el fondo, lo que se cuenta
es un drama pasional, en la línea de otros productos de la época, como en La esclava del placer, del rescatable
Brunello Rondi, o en El gancho, del
desconocido Enricos Andreou. En la coctelera, varios chispeantes ingredientes: un
triángulo amoroso, ciertas perversas atracciones, sexo, conversaciones pseudo
intelectuales, lesbianismo, al menos una femme
fatale, un misterio que va creciendo según avanza la trama y una estética artistoide
y parcialmente psicodélica. Se agita todo con la fuerza y el tiempo necesarios,
se añaden unas gotas de Antonioni, se presenta adecuadadamente (la puesta en escena en el género es habitualmente uno
de sus puntos fuertes) y se consiguen 100’ de puro thriller psicológico y existencial, con algunos sabores cinéfilos
muy apropiados. En el terreno actoral, hay que señalar que las actrices están perfectas (Catherine Spaak y Florinda Bolkan),
además de guapísimas, y que el protagonismo
masculino está en manos de un franconeriano Jean Sorel. El score, por el contrario, chirría en bastantes ocasiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario