Estado de sitio
3.5*
El especialista en
seguridad Philip Michael Santore (Yves Montand) y el cónsul Brasileño en
Uruguay son secuestrados por una organización revolucionaria mientras reina el
estado de excepción en el país, gobernado con mano férrea por una dictadura
militar ultraconservadora y neoliberal. En los interrogatorios, se va
desenredando la madeja de la conspiración contra la democracia en Centro
América y el Cono Sur. Una conspiración que la opinión pública está conociendo
en toda su siniestra extensión, en parte, gracias a los papeles que se han desclasificado sobre la intervención económico-militar USAmericana en América
Latina. Constantin Costa-Gavras vuelve al cine político que le ha hecho famoso,
con un estilo seco y cuasi documental y alejado de pomposidades, ambigüedades y
subterfugios artísticos. Y lo hace, además, con un efectivo montaje y un inteligente
uso del thriller, en el que se tienen
en cuenta todos los topoi propios de la trama histórica que intenta retratar (los golpes de estado dirigidos por
militares; la ausencia de libertades y el derrocamiento de gobiernos
democráticos; la extensión de la violencia, la represión y la censura; la
academia Internacional de Policia de Washington; la Academia de las Américas;
la CIA y el FBI; el papel represivo de la policia y de fuerzas paramilitares
como los escuadrones de la muerte; la extensión de la tortura como método habitual
e indiscriminado de terror; las asociaciones de defensa del progreso y el
librecambio; el papel de la izquierda y de los movimientos de liberación
nacional como contrapesos políticos y militares; etc.). Una película que
ilumina, entretiene y denuncia. El film es de 1973 y representa acciones
llevadas a cabo en Brasil, Santo Domingo y Uruguay. Ese mismo año, comenzaría
el golpe de estado en Chile. Tres años más tarde, en 1976, toda esta realidad
se extendería a la Argentina. La historia
termina con un llamamiento a que vigilemos a las élites codiciosas, egoístas y crueles,
una vigilancia que no se dirige al espacio exterior, como en El enigma de otro mundo, sino a nuestro
interior, a nuestra propia sociedad.
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