El capitán Haddok recibe una carta de Marsella en la que un
viejo camarada, recientemente fallecido, le lega su barco, el Toisón de Oro. A
partir de ese momento, se sucederán una serie de peripecias que tendrán como
punto neurálgico tanto el navío como el propio Mediterráneo. En primer lugar,
hay que precisar que no es técnicamente una adaptación sino una recreación del
mundo imaginado y dibujado por Hergé. En todo caso, es una aventura representativa
del universo Tíntín, con conspiraciones internacionales, viajes a tutiplén y misterios
por resolver. Por su lado, los actores ofrecen sólidas caracterizaciones de los
personajes del cómic (desde el propio reportero hasta Milú, desde un Capitán
Haddock un tanto artificial hasta un convincente profesor Tornasol, por no
hablar de esos indómitos Hernández y Fernández, maravillosos). Por otro lado, la
estética, en general, sorprende por su fidelidad al original en 2D (subrayada
por un insólito uso del color así como por un acertado juego de encuadres) y
las escenas de acción pillan desprevenido al espectador por su consistencia en
la puesta en escena. De hecho, podemos ver a un Tintín especialmente ducho en
técnicas de defensa personal. La historia, sin embargo, así como el desarrollo,
empobrecen el resultado general: la una, por su esquematismo y previsibilidad
(una mera excusa para que los personajes viajen); el otro, por su falta de
ritmo narrativo y tensión dramática. El humor, para terminar, no es especialmente
ingenioso y el espíritu general del film rezuma esa ingenuidad y optimismo típicos del comic.
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