Como el mejor cine negro de Akira Kurosawa (clásico en su
concepción y desarrollo) o el contestatario de Koji Wakamatsu (vanguardista en
todos los planos), el cine de Seijun Suzuki destila violencia, ambición y bajos
fondos por los cuatro costados. En este caso, Suzuki cuenta una historia que
podría haber narrado Jean-Pierre Melville: un asesino a sueldo, el Número 3, se
dedica a asesinar a diestro y siniestro, con la compañía de un colega taxista y
de su propia mujer. Pero habrá un momento en que se cruce en su vida el Número
1, que pretende eliminarle. Rodada en la versión nipona del Cinemascope y en un
poderoso B&W, la ejecución plástica del film
es de una originalidad aplastante, aunque en el marco de las innovaciones
narrativas de los sesenta (es decir, en el marco de la Nouvelle Vague, por ejemplo), sus logros aparecen un tanto relajados
(y más si los comparamos con los de películas como La dama de Shanghai): narración sincrónica y a menudo abrupta, un
amplio mosaico de encuadres sorprendentes y heterogéneos, una concepción de la
escena claramente experimental, espectaculares movimientos de cámara à la Godard, un diseño global muy avant garde, etc. En todo caso, el
surrealismo, su sofisticada concepción del erotismo y una sorprendente dirección
artística (obra de Takeo Kimura) siguen apareciendo como los rasgos más
característicos del estilo fílmico del director, especialmente presentes en esta película. Un director, por cierto, al
que han rendido pleitesía autores que van desde Takeshi Kitano hasta Jim
Jarmusch y Wong Kar-Wai. En todo caso, conviene señalar que en el Japón de la
época, Suzuki no era un artista solitario. Su cine convivía con la bizarra cinematografía
de Teruo Ishii (Horror of a Deformed Man)
y, un poco después, con la provocativa y surrealista de Shuji Terayama (Pastoral: To Die In the Country). En
todo caso, hay obras anteriores de Suzuki que no son tan arriesgadas
formalmente como ésta (por ejemplo, Youth of the Beast). Por cierto, el propio Suzuki realizó una especie de auto remake posterior en El baile de los sicarios.
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