El ingeniero y armador Richard
Tideman envía a un analista de sistemas (Martin Sheen) al portaaviones USS Nimitz para supervisar la actividad
a bordo. La cuestión es que, tras una extraña tormenta surgida de la nada, el
portaaviones se traslada al pasado, concretamente a la víspera del ataque
japonés a Pearl Harbour, desencadenando toda una cadena de paradojas
espacio-temporales. Lo interesante de esta obra, además de la "arousing premise" (como la llama John Clute), es lo ingeniosamente que están resueltas
dichas paradojas, así como la presencia de distintos puntos de vista sobre la
situación, con elementos filosóficos-históricos y con el propio Einstein como
telones de fondo intelectual. Por suerte, el capitán (Kirk Douglas) lleva el
sentido común USAmericano al puente de mando aunque, en definitiva, la historia
sigue su curso inexorable, aun a costa de diversos anacronismos. El film constituye un pequeño y semi
olvidado clásico de la ciencia ficción sobre los viajes en el tiempo, con unos curiosos FX y un presupuesto más bien excaso (de hecho, utiliza material grabado de Tora Tora). La película fue rodada por un veterano de la TV, Don
Taylor, y plantea la duda de si los viajes en el tiempo son un sueño o una
pesadilla. Algo parecido (pero con la cronología invertida) a lo que esboza la
ochentera El experimento Filadelfia.
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