El tren de las 3:10 (Aka 3:10 to Yuma)
3.5*
Pagado por el dueño de una
diligencia que acaban de atracar, el ganadero Dan Evans (Van Helffin) tiene que
actuar como sheriff para dejar en el
tren de las 3:10 a Yuma al ladrón Ben Wade (Glenn Ford), un hombre que se ha
puesto del lado del mal pero que no por ello pierde ni su encanto personal ni
su atractivo con las mujeres. En esta tarea, y según se vaya acercando la hora,
se encontrará solo, absolutamente solo. Como en otro clásico del Western, Solo ante el peligro, o como en Río
Bravo, con la que guarda mucha similitud. Los protagonistas son, por tanto,
un hombre que espera con desesperación una tormenta que reverdezca los pastos
con los que alimentar a su ganado y, con ello, su propio matrimonio, y un
borrachín deseoso de sentirse útil y reconocido (el gran Henry Jones). En un
plano más profundo, el film funciona
muy bien como metáfora de la sociedad USAmericana: una sociedad de padres de familia y comerciantes, que pretende vivir unida, en paz y dedicada a sus
negocios y que frente al delito no puede sino ofrecer la espalda, la otra
mejilla o contratar a un mercenario. Pero siempre hay un individuo que hace las
cosas bien aun a costa de diversos riesgos para su vida, familia y negocios. Delmer Daves presenta la historia con una puesta en
escena sencilla y efectiva, repleta de esa condensada sabiduría cinematográfica
USAmericana, que narra una historia ocultando al narrador y desarrollando una excelente composición psicológica. La fotografía de
Charles Lawton es magnífica, muy bien iluminada y con un contrastado pero nada estridente
W&B. Buena intepretación de la pareja protagonista. Hay un remake del 2007, con Christian Bale y Russell
Crowe.
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