Curtis Harrington es conocido por
ser uno de los máximos exponentes del New Queer Cinema (films sobre
distintas identidades sexuales) pero poca gente sabe que comenzó haciendo
películas de terror para la compañía de James H. Nicholson y Samuel Z. Arkoff,
la AIP. Es decir, para Corman. En este sentido, Harrington es el enésimo de los
descubrimientos de aquel que produjo más de cien películas en la meca del cine
y no perdió ni un centavo. Tal era el carácter underground de Harrington que, de hecho, afirmó que Nice Guys Don't Work in Hollywood. En este
caso, contamos con una adaptación y actualización del clásico de los germanos
Grimm, Hansel y Gretel. La película
cuenta con una ambientación tétrica deliciosa, obra de la productora citada y
de la Hemdale (con sede en
Londres), presenta y desarrolla casi
todos los temas y motivos de la historia original (incluso el jengibre) y,
además, ofrece dos interpretaciones maravillosas, la de Shelly Winters y la del
gran Ralph Richardson. Técnicamente, la película fue rodada en 35mm, con una
iluminación muy del estilo Gordon Willis (obra del reputado Desmond Dickinson),
por la extrema oscuridad en la que se hayan varias escenas, y cuenta con una
partitura orquestal muy sugerente, obra del compositor de La tumba de Ligeia. Una gozosa historia para niños no tan niños y
para adultos no tan adultos.
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