sábado, 27 de septiembre de 2014

Miedo en la ciudad de los muertos vivientes

2.5*

En un pueblo llamado Dunwich, cuyos orígenes se remontan a Salem, un párroco se ahorca en una iglesia, hecho que abre de par en par las puertas del infierno y, con ello, el mal se apodera del lugar. Por eso, un nutrido grupete de flesh-eating zombies comienza a salir de sus tumbas, lo que extraña y asquea por igual a los habitantes del lugar. Por su parte, un periodista y una joven (Catriona MacColl), inmersos en una investigación policial, llegan hasta el pueblo con la intención de descubrir el misterio, cerrar las puertas malignas y salvar al pueblo y a la humanidad entera. Segunda parte de la pentalogía USAmericana de Lucio Fulci (junto con Nueva York bajo el terror de los zombies, El más allá, Aquella casa al lado del cementerio y El descuartizador de Nueva York) y de la trilogía de los morti viventi (con El más allá y Aquella casa al lado del cementerio), con más de lo mismo (de hecho, por ejemplo, el comienzo de esta y el de El más allá, son calcaditos), pero con un poco más de pericia, tanto desde el punto de vista del guión como desde el trabajo de planificación y dirección. Por otro lado, como escribe Kim Newman, se trata de un producto que se refiere temática y espiritualmente a la obra de Lovecraft, Clark Ashton Smith y Henry James y eso, por sí solo, ya es una virtud. En un momento determinado del desarrollo cinéfago de cualquier persona (pero, eso sí, con un gusto determinado por el terror), películas como esta pueden causar cierta impresión pero, pasado el tiempo y con un cierto bagaje cinéfilo a sus espaldas, productos así no hacen sino despertar la nostalgia del espectador o, en su defecto, una sonrisa indulgente. En todo caso, un producto gore a tope y con algunas escenas que, por derecho propio, forman parte del top trasher del director.

 

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