Estupenda e inesperada continuación del clásico El mago de Oz, casi 50 años después de
su adaptación canónica, la de Victor Fleming. El desconocido director adapta para la pantalla dos libros del
autor original, L. Frank Baum, y presenta un cuento moral en la línea del cine
infanto-juvenil de la época y, por tanto, alejado de ese optimisto irreal tan propio
de Walt Disney (como en Oz, un mundo de fantasía). En este
sentido, el film se acerca a
producciones más sombrías como Cristal
Oscuro y, más concretamente, como Dentro
del Laberinto, obras maestras del estudio de Jim Henson, pero también a una
joya desconocida como Nutcracker, de
Carroll Ballard. El diseño de producción, la imagineria visual y todos los
elementos de la ambientación resultan muy curiosos aunque francamente inferiores
a los que aparecen en las películas mencionadas.
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