Tras el escándalo del Watergate (narrado en Todos los hombres del presidente) y en
plena moda del cine de Ciencia Ficción y de catástrofes (Star Wars, Aeropuerto), Peter
Hyams estrenó esta película sobre una conspiración nacional para amañar una
misión tripulada a Marte, como muchos consideran que pudo ser la presencia del
hombre en la Luna en 1969: un montaje Hollywoodiense. El film, protagonizado por un James Brolin post Westworld, Sam Waterston y O.J. Simpson, cuenta con el omnipresente
pero coyuntural Elliot Gould así como con un nutrido grupo de característicos
(Brenda Vaccaro, Telly Savalas, Karen Black), entre los que destaca el siempre
acertado Hal Holbrook. Si bien la producción comienza como una película de Sci-Fi clásica, rápidamente se da paso a
una trama de política ficción en la línea de Hangar 18. Plano a plano, la historia avanza a través de un ritmo sosegado
pero seguro, como de otra época, en el que cada escena está bien engarzada con
la anterior y con la siguiente, por lo que el ritmo y la tensión se va llevando
con mano firme hasta la segunda parte del film,
donde el guión da un vuelco y todo se transforma en una survival movie, llena de persecuciones y tiroteos. A propósito,
algunas escenas de vuelo son francamente memorables. En definitiva, un auténtico
“paranoid thriller of the space age”, tal y como escribe John Kenneth Muir, muy
disfrutable y dignamente ejecutado.
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