Salvar al soldado Ryan
2.5*
Tras el desembarco de Normandía,
un escuadrón del ejército USAmericano debe infiltrarse en terreno Nazi para
poner a salvo a un soldado. Tras esta misión intrascendente se esconde una de
las producciones más absurda e injustamente sobrevaloradas de toda la
filmografía del irregular Steven Spielberg. En el plano moral, la película
queda definida perfectamente por su introducción y por su epílogo, rodado a la
manera del que cerró La lista de
Schindler y con su mismo espíritu: entroncar el pasado con el presente, aunque
se haga de una forma superficial, patriotera y acrítica. Por otro lado,
sorprende la forma con la que la mayoría de los personajes matan, mutilan y
arrasan a todo tipo de enemigos, sin dudar y sin sufrir emoción alguna. Este
aspecto también podría ser reprobable. En el plano estético, el metraje sorprende por su uniforme regularidad. Pero es que, además, en el plano narrativo, Spielberg va sobresaltando, aturdiendo y aburriendo al
espectador, casi a partes iguales. Es verdad que la primera escena es
impresionante (los primeros 10-12 minutos) pero también es verdad que una
película no es mejor por un nivel feroz de hiperrealismo sangriento. En este
sentido, es un defecto del espectador medio y no un acierto del film el hecho de que sorprendiera por su
crudeza en la representación de la guerra. Por otro lado, dicha crudeza solo
parece afectar a la carnaza narrativa porque muchos de los personajes de la
trama van sobreviviendo a mil y una peripecias militares insignificantes, que
no tienen más interés que el de que el espectador vaya comprobando la
influencia que ha tenido esta cinta en el desarrollo de varios productos de
entretenimiento en la era del simulacro (videojuegos como Medalla de honor: ¡qué casualidad!). En definitiva, una visión hipervitaminada de la II
Guerra Mundial que solo te atrapa cuando te escupe sangre a la cara con el
sonido seco de los disparos de fondo.
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