lunes, 24 de noviembre de 2014

Salvar al soldado Ryan

2.5*

Tras el desembarco de Normandía, un escuadrón del ejército USAmericano debe infiltrarse en terreno Nazi para poner a salvo a un soldado. Tras esta misión intrascendente se esconde una de las producciones más absurda e injustamente sobrevaloradas de toda la filmografía del irregular Steven Spielberg. En el plano moral, la película queda definida perfectamente por su introducción y por su epílogo, rodado a la manera del que cerró La lista de Schindler y con su mismo espíritu: entroncar el pasado con el presente, aunque se haga de una forma superficial, patriotera y acrítica. Por otro lado, sorprende la forma con la que la mayoría de los personajes matan, mutilan y arrasan a todo tipo de enemigos, sin dudar y sin sufrir emoción alguna. Este aspecto también podría ser reprobable. En el plano estético, el metraje sorprende por su uniforme regularidad. Pero es que, además, en el plano narrativo, Spielberg va sobresaltando, aturdiendo y aburriendo al espectador, casi a partes iguales. Es verdad que la primera escena es impresionante (los primeros 10-12 minutos) pero también es verdad que una película no es mejor por un nivel feroz de hiperrealismo sangriento. En este sentido, es un defecto del espectador medio y no un acierto del film el hecho de que sorprendiera por su crudeza en la representación de la guerra. Por otro lado, dicha crudeza solo parece afectar a la carnaza narrativa porque muchos de los personajes de la trama van sobreviviendo a mil y una peripecias militares insignificantes, que no tienen más interés que el de que el espectador vaya comprobando la influencia que ha tenido esta cinta en el desarrollo de varios productos de entretenimiento en la era del simulacro (videojuegos como Medalla de honor: ¡qué casualidad!). En definitiva, una visión hipervitaminada de la II Guerra Mundial que solo te atrapa cuando te escupe sangre a la cara con el sonido seco de los disparos de fondo.
 

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