El comisario Mattei sigue la
pista de un asesino de niñas que tiene absolutamente confundidas a las fuerzas
del orden. Tras abandonar el cuerpo de policia, decide seguir con el caso y poner
una trampa al asesino, a ver si cae en ella. Ladislao Vajda lleva al cine la
primera versión cinematográfica (del mismo año, por cierto) del texto del
escritor suizo Friedrich Dürrenmatt, autor de una fascinante obra policíaca y
detectivesca, uno de cuyos máximos exponentes podría ser Justicia, una novela que guarda muchas similitudes con otra famosa
creación de John Dickson Carr. Al igual que la versión de Sean Penn, este film tiene un final acorde a la época
pero, en todo caso, lo más conseguido de él, sin duda, es ese ambiente frío y
malsano que rodea a los encuentros entre el criminal (un asombroso Gert Fröbe)
y los niños, así como el propio desarrollo del suspense, sabiamente medido y administrado.
El conjunto, no obstante, presenta también un análisis más sutil sobre la
sociedad y sus miserias. Entre los intérpretes, por cierto, se puede encontrar
a un siempre convincente Michel Simon. En definitiva, una joya de la filmografía
española de la década de los cincuenta que, además, ha trascendido su estreno al
nutrir, espiritualmente hablando, las raíces de todo un subgénero, el giallo.
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