Alec Guiness se calza la sotana
del Padre Brown, el famoso detective creado por el gran G.K. Chesterton, en una
de las más conocidas versiones de la obra del escritor inglés. La verdad es que
el film es un tanto naïve y aburrido pero las interpretaciones
de Guiness y de Peter Finch (en el papel de Flambeau) consiguen atrapar al
espectador en una trama que sigue libremente “La cruz azul”, la primera de las
historias sobre el perspicaz y bonachón detective católico,
experto en delitos pero también en pecados, como diría Fernando Savater.
Orquestando toda la producción, el mítico Robert Hamer, autor de una de las
mejores comedias de la Ealing, Ocho
sentencias de muerte, con la que comparte parte del elenco (el mencionado,
más Joan Greenwood). Una de esas películas que pueden satisfacer los instintos
arqueológicos de los espectadores más entregados. Simplemente.
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