Rafael Acosta (Fernando Rey) es el pintiparado embajador de la República de
Miranda y forma parte de un grupo de amigos burgueses que, cada vez que se intentan
reunir para celebrar alguna cosa, un acontecimiento imprevisible y bizarro se interpone
en sus celebraciones. Con un argumento parecido al de El ángel exterminador y con esa mezcla de costumbrismo y
surrealismo que es típica de buena parte del cine del director aragonés, Buñuel
dirige la que, con probabilidad, sea una de sus películas más divertidas, una sátira despiadada acerca de los tortuosos valores
ético-estéticos de la clase social líder a finales del siglo XX y comienzos del
XXI, la burguesía. Una clase poderosa que hace negocios infames todos los días
pero que tiene que elaborar y mantener una falsa moral con la que lavarse la
cara todas las mañanas, tal y como expone Peter Gay en La experiencia burguesa. Una clase social que ha transformado la
realidad en un sueño dentro de un sueño, en un sueño que, de hecho, bordea la
pesadilla para millones de seres vivos (incluyendo millones de seres humanos)
sobre la tierra. De hecho, el film forma
parte de lo que Chad Trevitte ha denominado la trilogía burguesa, junto con El fantasma de la libertad y Ese oscuro objeto de deseo.
Impresionante director, película y título.
ResponderEliminarQuerido Anónimo: muchas gracias por tu comentario! Y totalmente de acuerdo! Qué decir de Luis Buñuel? Admiración absoluta.
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