Una pareja de motociclistas sufre un accidente
cerca de una clínica de cirugía estética, adonde son trasladados para curar sus
heridas. Mientras él solo tiene una leve conmoción, ella (Marilyn Chambers) ha
salido muy mal parada. Por ello, los médicos deciden operarla mediante una
técnica experimental que provocará “un desastre funesto de carácter nefasto”.
David Cronenberg sigue con el desarrollo de su particular vision sobre el
horror contemporáneo, basado en la corporeización del género, una perspectiva
que se ha denominado “venereal horror” o “la nueva carne” cronenbergiana. La
película es un ejercicio dignísimo de suspense y de terror vírico (como su
anterior Vinieron de dentro de), levemente
inspirado en La noche de los muertos
vivientes, y cuenta con unas interpretaciones justitas, unos correctos
efectos especiales, mucha sangre, parásitos hambrientos y un final contundente
aunque un tanto fuera de lugar (¿de verdad que el personaje en cuestión no se
ha enterado de lo que está pasando?). Aconsejable especialmente para todos los nuevos fans
del director canadiense, para todos aquellos que disfrutan de Un método peligroso o de Cosmópolis.
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