Mark Hartley pidió a los primos
Menahem Golan y Yoran Globus que participaran en un proyecto de documental
sobre la historia y el legado de la Cannon
Films. Ambos cineastas declinaron el ofrecimiento y el director siguió su investigación
sin ellos. Lo que se puede contemplar en pantalla es una historia sobre el ascenso
y la caída de la productora, desde sus orígenes en Israel (con éxitos como Polo de limón) hasta su desaparición a
comienzos de la década de los noventa, repasando sus grandes Blockbusters (Yo soy la justicia, Delta
Force o Cyborg) y fracasos (La manzana, Sahara o Yo, el Halcón),
además de sus obras de qualité (como El tren del infierno, Barfly: El borracho u Otello) y sus múltiples basuras (Bolero, Going Bananas o las dos infumables versiones de la Lambada).
Injertando decenas de entrevistas y de testimonios en una urdimbre narrativa ya
clásica (desde el Eddie Bartlett de James Cagney) y cuasi cronológica, Electric Boogaloo sigue las andanzas
financieras y artísticas de ambos creadores, dos auténticos prestidigitadores
del show business, dos tipos que se
atrevieron a enfrentarse a las major
de Hollywood aunque terminaron escaldados. Pero ahí está la herencia de ambos
hombres, una herencia que incluye una nueva forma de hacer y de vivir el cine y
de la que se debería destacar, además de algunas de las películas mencionadas
en esta PastillaCrítica, Al otro lado de
Brooklyn, un film vivo y
vivificante, protagonizado por Elliot Gould y que casi nadie ha visto. La
versión oficial del estudio la proporciona el documental que los propios
Golan/Globus estrenaron solo 3 meses antes de esta obra: The Go-Go Boys: The Inside Story of Cannon Films.
No hay comentarios:
Publicar un comentario