Una de esas caras B que rueda, de
vez en cuando, el megalómano Peter Jackson y que ha salido rana, al contrario que
esa maravilla que es Criaturas
celestiales. A un thriller estilo
Perdidos, se le une una historia de
fantasmas tipo El sexto sentido, Ghost o Silent Hill pero el paquete final rezuma grasa por todos los lados.
Una grasa que sale de aplastar las ceras plastidecor®
con las que se han hecho la película. Por otro lado, lo que hace deslizarse al film hasta el fondo del cubo de la
basura es la ñoñería épico-narrativa constante así como una estética
grandilocuente e innecesaria. Es decir, la propuesta no es demasiado original ni
demasiado consabida pero es que, además, el plot
está constantemente salpicado de incongruencias y sentimentaladas varias a las
que hay que añadir un aspecto visual que rinde pleitesía a esas típicas saturaciones
digitales tan queridas en Hollywood, tipo La
vida de Pi (artísticamente hablando) o a El señor de los anillos (industrialmagic
hablando). Asímismo, los actores parecen clabados con chinchetas por el croma visual del film: nadie se puede creer a la Sarandon, al Tucci, a la Weisz o al Wahlberg, cada uno con un personaje más tópico y plano que el anterior. En definitiva, una obra mediocre y, por tanto, decepcionante. Ahora bien, la muchachada puede fliparlo con ella.
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