Coogan (Clint Eastwood), un sheriff de Arizona, viaja a Nueva York
persiguiendo a un peligroso criminal, Don Stroud. Una vez en la ciudad, sus
métodos expeditivos y poco convencionales contrastarán con el estilo policial
de los agentes capitaneados por el teniente Lee J. Cobb quienes, además, le
confunden con un policía de Texas. Don Siegel abre los brazos al Eastwood post spaghetti western y rubrica un policíaco
solventemente rodado y apropiadamente narrado, que parece prefigurar algunos de
los posteriores éxitos del Clint actor, en particular los de su serie Harry el sucio. En todo caso, el film no destaca por nada especial y, de
hecho, tiene ciertos fallos de montaje y de guión (sobre todo con la relación
sentimental de Coogan). Por otro lado, se pueden apreciar los rostros de los
especialistas (lo cual siempre es un bajón) durante la persecución en moto por el
rintintineante parque, el cual aparece,
curiosamente, vacío. Por otro lado, también parece mostrarse una única
localización y parece que muchas de las escenas se han grabado con un plan de rodaje muy estricto. En fin, una película que no exige demasiado del espectador
pero que tampoco le engaña. Querido lector: póntela, si no te parece mal, para echarte
una siesta nocturna.
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