2.5*
Tarantino recupera la
estructura narrativa de
Malditos bastardos (una
historia contada por capítulos) a la que le añade un
flashback (tipo
Pulp Fiction)
y una voz
en off explicativa (narrada
por el propio director). Esta es la espina dorsal sobra la que el director ha
montado su último
film: un decepcionante divertimento, con muchos diálogos insustanciales, faltos de ese ingenio
marca de la casa, y con una trama que toma
de aquí y de allá (
La cosa,
Diez negritos,
El rebelde
y
Condenados a vivir) y que se
alarga innecesariamente. De hecho, la primera hora se podría haber contado en
20’ y, además, podría haber sido escrita con más inspiración. Desde otro punto
de vista, en la versión comercial (de 167’), parece que hay ciertos agujeros,
ciertas desconexiones, que se supone estarán corregidas en la
versión roadshow de 70mm (y 187’) y en VOS. Por otro
lado, el doblaje en castellano es patético. En él, el personaje de Kurt Rusell
parece una parodia. Por no hablar del de Tim Roth, que parece una copia de las
dos creaciones previas de Christoph Waltz. Sin embargo, sí se pueden comentar
aciertos de la 8ª película del autor de
Reservoir
Dogs. Lo más interesante de la película es, sin duda, la
despiadada imagen
que presenta de su propio país. Da igual el trabajo que pretendas hacer y lo
cerca que estés de la ley: en algún momento de tu pasado has sido un auténtico
hijodeputa. Así son los 8 personajes protagonistas: odiosos. Y, por ello, da
igual lo que Tarantino les haga sufrir en el
film. Como apoyo a esta imagen,
en segundo lugar, tenemos el retrato que Quentin hace del
resto de invitados a la función, meros comparsas de una nación que se ha
levantado sobre la violencia, la rapiña y la mentira, tal y como el propio
Scorsese pretendió mostrar en
Gangs of
New York (aunque resultara contradictorio con su
La edad de la inocencia). En tercer lugar,
Ennio Morricone ha prestado cuatro
cortes de anteriores partituras suyas, que enriquecen el ritmo de la acción y
el suspense de la trama. En cuarto lugar, Tarantino vuelve a guiñar un ojo al
pueblo afroamericano, con el que se siente realmente en deuda (tal y como ha
mostrado en
Jackie Brown, en
Django Unchained y en ésta). En fin, la
peor producción del director, donde incluso se desaprovecha la fotografía panorámica
en
ultravisión. Eso sí, los
fans más periclitados disfrutarán con los estallidos de violencia,
con la
sangre borbotónica y con varias escenas políticamente incorrectas.