¿Tiene alguna relación esta obra
maestra de la historia del cine español con la novela Main Street (Calle Mayor,
en su traducción más habitual)? Por el título, uno diría que sí. Comparando los
temas esenciales (una sátira de las costumbres y vicios de un pequeño pueblo de
“provincias”), sigue manteniéndose la similitud. Cotejando las biografías de
sus respectivos autores (Juan Antonio Bardem y Sinclair Lewis), uno sigue
tentado a sostener su semejanza. Sin embargo, las tramas se distancian porque
donde Lewis hace de Carlo Kennicott, su heroína, un prototipo de ese
liberalismo individualista que lucha contra la hipocresía y el convencionalismo
sociales, Bardem transforma a (Betsy Blair) en objeto de las burlas de esos crueles
inocentes fellinianos, que pululan
por la película, que planean la “burla” y que la ejecutan. En todo caso, las
intenciones realistas y críticas son palpables en ambas obras. Así, Bardem
resalta, para criticarla, esa supervivencia larvaria de la España franquista de provincias, mitad mediocridad, mitad estupidez, como esa que aparece retratada
en el París de la Memoria de Georges el
amargado, del gran Mirbeau, uno de los escritores favoritos de Luis Buñuel.
Y todo ello puesto en escena con la facilidad de la que hacía gala el Bardem
del período (no así el último, el de Resultado
final o el de El joven Picasso,
falto de sofisticación e ingenio). En definitiva: un clásico del cine español,
comparable con algunas de las mayores conquistas del arte progresista conemporáneo.
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