martes, 19 de enero de 2016

El largo viernes santo (Aka The Long Good Friday)

3.5*

Casi 20 años antes de que Guy Ritchie destapara el underworld londinense, John Mackenzie estrenaba este excelente thriller sobre el hampa inglesa. Justo a punto de cerrar un negocio multimillonario con un mafioso americano (Eddie Constantine), la empresa del cockney Harold Shand (Bob Hoskins) sufre una serie de atentados en su propio terreno y durante el viernes santo. Harold tendrá menos de 24 horas para averiguar qué está pasando y quién le está traicionando. La estructura narrativa que utiliza el director ha sido usada en más de una ocasión en esta clase de films. Al comienzo de la película, una serie de aparentemente gratuitas e inconexas escenas pueden dar la pista de lo que ocurrirá durante toda la trama pero es la forma hiperrealista con la que Mackenzie cuenta la historia lo que realmente vale la pena (en la línea de su previa A Sense of Freedom): el pulso rítmico, la planificación de la mayoría de las secuencias (hay una, en un matadero, muy original), el sobrio e inteligente guión, un par de escenas realmente contundentes (la de la botella y la de las carreras de coches), el seco final, los convincentes diálogos, todo ayuda a componer una grandiosa y poco conocida película de intriga, gángsters y terrorismo. Por su parte, Bob Hoskins, un típico bulldog inglés, compone, de forma muy convincente, un antihéroe despiadado pero vulnerable mientras que Helen Mirren no solamente le pone su atractivo rostro a su personaje (la novia y mano derecha de Harold), sino que también le pone su cuerpo y su alma, bordando, así, una de sus más interesantes creaciones. Probablemente, la obra maestra de su autor, junto con Unman, Wittering and Zigo.

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