Giallo atípico dentro de la filmografía del gran Mario Bava. Sin
embargo destaca por algunas arriesgadas propuestas. Por ejemplo, el asesino es
conocido desde el principio, ya que se presenta como tal mediante la voz en off, por lo que Bava sustituye el
misterio del whodunit (típico de este
género), por el de whydunit, que se
resuelve en clave edípica y, por tanto, psicoanalítica (lo que es también un
elemento recurrente del género). Además, Bava parece recuperar los motivos
estéticos y éticos de su clásico Seis
mujeres para el asesino, situando toda la trama en una casa de modas. Por
otro lado, Bava se auto homenajea mediante la inclusión de una cita textual de
su Las tres caras del miedo, una cita
que, por cierto, no es nada gratuita. La realización, por su parte, arrastra
casi todos los rasgos del estilo de la época (grandes angulares, rápidos movimientos
de cámara, enfoques y desenfoques, zooms,
primeros planos, etc.). La interpretación tampoco es particularmente destacable
aunque conviene resaltar la presencia del actor español Jesús Puente, que se
dobla a sí mismo. En fin, un film
simpático aunque algo confuso e, incluso, algo tramposo por lo que está muy
alejado de las cotas que alcanzó su admirado autor. Y, de hecho, cuando uno
elige un thriller amarillento, lo que
quiere es asustarse intentando averiguar un misterio criminal. Esta película no
ofrece ni lo uno ni lo otro. Sin embargo, sí que ha ofrecido decenas de
detalles para esa recuperación esteticista que, del género, están llevando a
cabo Cattet y Forzani, especialmente en Amer
aunque también en El extraño color de las
lagrimas de tu cuerpo.
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