John Ford, John Wayne y Maureen O’Hara forman una mezcla efervescente. Lo demostraron en esa obra maestra que
viene siendo El hombre tranquilo, un film que, comparado con el prestigio y
admiración que despierta en la actualidad, en realidad, pasó sin pena ni gloria
el año de su estreno (de las 7 nominaciones que recibió, solo consiguió 2 Oscar
y, de ellos, uno técnico). En 1952, Cautivos
del mal, Solo ante el peligro, Moulin Rouge y El mayor espectáculo del mundo se llevaron el gato al agua. Pues
bien, varios años después, en 1963, Andrew V. McLaglen volvió a reunir a las
dos estrellas para intentar repetir el éxito de Ford, con azotes incluidos,
pero trasplantando buena parte del argumento al género Western y, sobre todo,
invirtiendo parcialmente los caracteres de los personajes e, imprimiendo al
conjunto, un mayor aire cómico y festivo. El resultado fue El gran MacLintock, una película simpática pero decididamente
menor, tanto en concepto como en acto. De las 5 películas que ambas leyendas de
la interpretación rodaron juntas, esta es, quizás, la menos consistente, la más
oportunista, la más paródica. Además de ser la penúltima. La siguiente, su
despedida como pareja prototípica de una forma de hacer cine y, sobre todo,
como una forma machista y paternalista de vivir la vida, sería El gran Jack, de 1971.
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