Ben (Burt Lancaster) es el cabeza
de familia Zachary y ganadero de éxito en un lugar abandonado de la mano de
Dios, en medio de las llanuras de Texas y Nuevo México. Tiene una hermana
pequeña de origen india, llamada Raquel (Audrey Hepburn), que es reclamada por
su tribu, los Kiowa. Los socios y los vecinos de la familia Zachary no saben
que Raquel es una “cría piel roja” y, cuando lo descubren, no lo aceptan con
facilidad. Además, secretamente, Ben está enamorado de Raquel, lo cual
condiciona todo el desarrollo de la historia. John Huston da forma y vida a un Western crepuscular, semi olvidado,
acerca de uno de los pilares sobre los que se han levantado los EE.UU., el
racismo. No por causalidad, la novela de origen es de Alan LeMay, el mismo
autor que pergeñó The Searchers. Huston
rueda con su ecléctico y efectivo estilo visual y narrativo pero manteniendo un
elegante aliento fordiano, tanto en la puesta en escena de interiores como en
la concepción de ciertas escenas de acción, tanto en la escritura de los
diálogos como en la experimentación con el color. Acompañando a Lancaster y a
Hepburn, nos encontramos con Audie Murphy, Lilian Gish, Charles Bickford o John
Saxon. Una de esas trágicas historias “con final feliz” que no suelen gustar al
público más standard pero que hará
las delicias del espectador más sofisticado. Aunque conviene tener en cuenta
que el propio Huston ha renegado de esta película en An Open Book, su maravillosa autobiografía.
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