Por ahora, la triple cheeseburguer XXL de la franquicia de Los Vengadores, tras la proteica La era de Ultrón y las malogradas
entregas del Capitán América, sobre todo la primera. Por cierto, este nuevo
capítulo de la expansión cinematográfica del mundo marveliano sigue la línea
narrativa de El soldado de invierno y
de la saga matriz pero, en realidad, la Marvel no sigue guión alguno y se
dedica a mezclar varias historias (desde sus orígenes en el 63 pero, en particular,
de los ochenta, noventa así como de la historieta de Millar) y varios
multiversos (el principal y el ultimate)
para desarrollar un crossover pausado,
repleto de personajes icónicos (con los artistas invitados Spiderman, Black
Panther y Ant Man), decenas de escenas de diálogo y de transición pero también,
como no podía ser de otro modo, repleto de las esperadas y excelentes escenasde acción (la del helicóptero y la del aeropuerto, por ejemplo). En algo se
tiene que notar los 250 millones de dólares de presupuesto. El espectador
neófito se puede perder con tanta referencia y tantos vericuetos aunque
disfrutará en todo caso del estallido de sabor que este espectáculo descargará
en su boca. Stan Lee ya debe sentirse un poquito mayor porque, esta vez, se ha
reservado casi, casi, un papelón, al final de la película, antes de los títulos
de crédito y antes de los dos easter eggs que, como sello de la casa, la
Marvel siempre regala a sus más fieles y pacientes espectadores. Por cierto,
como vivimos en un momento de ocio casero estabulado, seguimos dividiendo
nuestras historias en capítulos más o menos independientes pero con
continuidad. Tal y como hacían los seriales. Tal y como hacen las series de
televisión.
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