La sombra de Amélie es alargada. Desde entonces, su protagonista, Audrey Tautou,
está encasillada en el mismo papel. Sí, ese personaje risueño y maniático que
pretende mostrar su aparente creatividad a través de cientos de chorradas pero
que, en realidad, es de lo más convencional. Como convencional es el argumento
de este film: una chica conoce a un
chico en un bar; se enamoran; se casan; un buen día ella se queda viuda; y se
queda sin ganas de tener otra relación. Pero a su alrededor hay varios
personajes de caza. Vamos, lo normal. El director sigue todos los
convencionalismos de la comedia sensiblera francesa (¡incluso en el título!) para
contarnos una historia absolutamente formularia y burguesa, basada en la
relación de pareja como único desarrollo emocional válido. En este sentido, los
amigos, por ejemplo, parece que solo aparecen cuando se está soltero (sic).
Mientras se está con pareja, los amigos son, tout simplement, esos personajes de atrezzo que añadimos a nuestras cenas de sábado para hacernos los guays. En fin, formal y temáticamente, si
el espectador (mejor, dicho, si la espectadora) quiere echarse unas buenas
gotas de eau de parfum francés, esta
es su película Anais Anais: una
romanticada de oficina, solo para empleados aburridos y sin mayores problemas
con su nómina. Lo único interesante es la banda sonora. Pero también parece un
remedo de temas instrumentales de Sigur
Rós o de Beirut.
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