Extraña y corrosiva Sexploitation japonesa, estrenada en
1979, y rodada por Norifumi Suzuki, premiado por el Festival de Yokohama por
toda su carrera (una carrera que ha abordado el pinku eiga, el cine de acción, con Sonny Chiba, y otros subgéneros en varias ocasiones). Un
violador y criminal se escapa de un sanatorio y llega a una casa donde se
aplicará a todo tipo de perversiones y juegos sexuales con sus ocupantes, con bondage y maltrato incluidos, amen de
las consabidas violaciones, tanto en estado de consciencia como de
inconsciencia. La película sorprende por diferentes conceptos (especialmente
por su lujuriosa concepción de la degradación sexual y de las parafilias) pero
no es ajeno al shock que produce su
visionado el hecho de que el director acompañe las escenas más fuertes con
música clásica de fondo. Ni tampoco es ajeno la excelente calidad del film, tanto en sus aspectos técnicos
como artísticos. Ni el hecho de que contextualice la degradación sexual con una
teoría sobre el origen del mal. Una auténtica paradoja, ciertamente. Aunque hay
que decir que la película no es explícita en ningún momento. También conocida
como La estrella de David, Noribumi
Suzuki denuncia la crueldad que se esconde, según él, tras las máscaras de los
creadores de Auschwitz y de los que lanzaron las bombas nucleares en Hiroshima
y Nagasaki. Es decir, Suzuki nos recuerda el dictum de Benjamin, que tras cada documento de cultura se esconde
un documento de barbarie.
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