sábado, 24 de septiembre de 2016

El ferroviario

3.5*

Si se hiciera una precuela para contar la vida de una típica familia italiana trabajadora, de una de esas que pueden estar detrás de tantas y tantas películas de gángsteres y de mafiosos ítaloamericanos, de una de esas familias que frente a las necesidades del país tuvo que emigrar al país de las oportunidades, este film podría ser perfectamente esa precuela. Es verdad que la intención del director, Pietro Germi, no fue esa, desde luego. Es verdad que por mediación de Carlo Ponti, la película acaba con final feliz y, además, resalta el elemento paternal y conservador de la institución familiar. También es verdad que no todas las familias que emigraron a los USA formaron parte de mafias familiares. Faltaría más. Pero igualmente es verdad que el neorrealismo italiano estaba muy cerca y que los sufrimientos y los padecimientos de todos los miembros de la familia se sienten cercanos y muy reales y que, por esta razón, un espectador sensible puede comprender con facilidad por qué fue tan habitual la necesidad de emigrar a los EE.UU. de América por parte de tantos y tantos italianos de la postguerra, especialmente de las partes más pobres del país. Por subrayar dos elementos admirables de la película, habría que destacar la aparición de la hermosa Sylva Koscina, en su segundo papel cinematográfico, así como el personaje de Sandrino (diminutivo de Alessandro), un personaje que se adelanta al de tantas otras películas que vendrían después (como el de Cinema Paradiso, por ejemplo). En definitiva, una película realista (casi naturalista), cercana al tipo de historias que se cuentan en esos típicos melodramas tele-fílmicos pero con muchísima más elegancia, maestría y buen gusto. Un clásico medio olvidado del cine italiano.

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