Durante un puente de Semana
Santa, unos excursionistas irrespetuosos van a parar con su furgoneta
estropeada a las Tamujas, una zona rural perdida en mitad del campo. Piden
ayuda a Lorenzo (Álvaro de Luna), un labriego huraño y ordinario, pero como no
sabe nada de coches no puede ayudarles. El aldeano les invita a quedarse en su
casa y a participar de sus costumbres y rutinas, hasta que las cosas se tuercen
una buena noche, debido a una broma que le hacen al anfitrión. Lorenzo, herido
en su masculinidad y en su orgullo, aplica su particular venganza con las armas
de un gañán. Aunque las confusiones y accidentes también campan a sus anchas. Traslación cañí de La matanza de Texas, rodada y
estrenada en plena época del “cine de paleto lento” (como decía Jesús Franco), esta
película de supone una pieza fílmica curiosa y bastante entretenida. La trama
sigue al pié de la letra buena parte de las excusas argumentales del slasher USAmericano, a la que se añade
costumbrismo rural hispano, zoofilia agraria y asesinato de animales en directo
(la típica barbaridad de una industria del cine des-regulada y arcaica). Por
cierto que, respecto de esta cuestión, el director se atreve a montar una
escena donde se abre en canal a un cerdo y, en paralelo, dos jóvenes mantienen
relaciones sexuales. En fin, cine sin mensaje pero con moraleja. Cine de género
y generacional made in Spain.
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