Hipnótico thriller,
escrito y dirigido con magnética simplicidad por Walter Hill, en 1978, y con una
pareja de actores perfectos para los papeles de The Driver y The Detective,
Ryan O’Neal y Bruce Dern, respectivamente (el papel de O’Neal, sin embargo, fue
escrito originalmente para el propio Steve McQueen). Por cierto, Monte Hellman rodó, en 1971, una película en la que los nombres de los portagonistas se referían directamente a su función en la trama (Carretera asfaltada en dos direcciones). La historia es sencilla:
un extremadamente talentoso conductor, especializado en huidas y parco en
palabras, es perseguido por una especie de sheriff,
obsesionado con darle caza, como si de un forajido se tratara. El conductor
contará con la ayuda de una testigo, Isabelle Adjani, que hace gala de un inglés
tan mediocre como su interpretación. Las escenas de persecuciones
automovilísticas están estupendamente planificadas, rodadas y montadas, en la
línea de Bullit (rodada 10 años antes) y, especialmente, en la línea de The Lineup de Don Siegel (20 años anterior).
La fotografía, del autor de A Quemarropa, es noctámbula, imantada, elegante (como la de Heat, de Michael Mann), así como su puesta en escena. El
productor y escritor de TV, Clyde
Phillips, pergeñó una versión novelada del conciso y excelente guión de Walter
Hill. Por otro lado, en 2011 se ha estrenado una especie de remake, Drive, con Ryan
Gosling, que está cosechando muchos éxitos y reconocimientos (pero que tampoco es gran cosa).
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