Alegoría sobre lo absurdo de la guerra, en general, y sobre un cierto parasitismo usamericano, en particular, Infierno en el Pacífico es una estupenda película que cuenta la historia del
encuentro de dos soldados náufragos en una isla del pacífico: un yanqui y un
japonés, interpretados magistralmente por Lee Marvin y Toshiro Mifune,
respectivamente (quienes, por cierto, sirvieron en la Segunda Guerra Mundial).
Del recelo y la persecución mutua del comienzo, las relaciones entre los dos
personajes van distendiéndose hacia la convivencia, primero, y la colaboración,
después, sin llegar a producirse una complicidad total, algo que sí ocurriría
en Enemigo mío, creada bastantes años después al calor de esta obra. Excelente e invisible dirección de John Boorman,
en uno de sus más interesantes films, concretamente
su segundo trabajo, después del clásico negro A quemarropa. Arropado por la belleza de los paisajes de las islas
Palau (fotografiadas por Conrad Hall), por la música de Lalo Schifrin y con muy
pocos diálogos, Boorman consigue materializar un proyecto arriesgado con
resultados más que satisfactorios. Sin embargo, el final puede producir más de
un sinsabor: de hecho, existe uno alternativo, rodado para la versión estrenada
en los EE.UU.
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