El creador de la exitosa serie de TV El ala oeste de la Casa Blanca y guionista de La red social, Aaron Sorkin, fue la persona elegida para escribir un
guión (a partir de la documentada obra de George Crile) sobre los tejemanejes
políticos del congresista texano Charlie Wilson (Tom Hanks) para incrementar el
presupuesto de los EE.UU. en sus operaciones en Afganistán, asesorado por un
agente de la CIA de oscuro pasado. Sin embargo, de hecho, dichas operaciones
apoyaban una guerra encubierta contra la presencia soviética en la zona (guerra que ha sido mitificada
en la ultraconservadora Rambo 2). Por
su parte, lo que hace Mike Nichols es contar esa historia de una manera
simplista, maniquea y mostrando un claro posicionamiento político en favor de
la lucha contra el comunismo, posicionamiento que consigue ser relajado,
subrepticiamente, mediante una inteligente estrategia consistente en mezclar conversaciones
sobre asuntos técnicos y militares, negociaciones políticas de alto nivel,
viajes a tutiplén y fiestas y juergas varias para crear la apariencia de normalidad
y producir el siguiente argumento: los políticos son gente normal (no llevan
una vida normal, es verdad, pero sus rasgos son los mismos que los de la gente
normal: predilección por las mujeres hermosas, respeto por la religión y por la
tradición, una ligera dipsomanía, admiración por los profesionales y por las
personas francas y directas, etc.). Por lo tanto, sus acciones son normales y, por
supuesto, sus consecuencias serán normales. Ergo
buenas. Y aquí esta el problema. Que la película está tan comprometida en este
argumento que, al final, debe dejar caer una crítica (si bien limitada) en el
único punto flaco de la historia, según la perspectiva narrada. Pero para eso
el lector debe ver la película (si no lo ha hecho ya) y sacar sus propias
conclusiones. Por lo demás, la historia cuenta con dos buenas interpretaciones,
la de Seymour Hoffman y la de Amy Adams, mientras que el personaje de Julia Roberts no solamente
es un poco repelente sino que, además (y extra cinematográficamente hablando) la
belleza de la actriz está francamente desaprovechada. El resto de elementos
técnico-artísticos, a la altura de la producción.
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