En 1978, John Millius escribió y dirigió este homenaje al paso
del tiempo y al proceso de madurez a través del cual la mayoría de las personas
se vuelven más egoístas e individualistas y no solamente pierden la inocencia
de su juventud sino también los valores asociados a ella, como el de la
amistad. Para redondear la propuesta, Millius ambienta la historia en el atractivo
mundo del surf, repleto de cuerpos
hermosos, juventud, rebeldía y fiestas, muchas fiestas. Además, contó con el
protagonismo de varios actores familiarizados con este deporte (Jan-Michael
Vincent y William Katt, el gran héroe
americano, además de Gary Busey), lo cual es de agradecer, especialmente en
las escenas rodadas en la cresta de las olas. Aunque la película comienza con la narración en off del personaje de Katt, la segunda mitad de la historia tiene como protagonista al
personaje de Vincent, con lo que se añade una apología de la amistad al punto de vista nostálgico de la primera mitad. Además, la trama se sitúa en un duro y difícil momento de la historia de los USA (entre
los sesenta y los setenta), con el cambio que implicó también en la conciencia coleciva del país. Con ciertos toques sociológicos, humorísticos y con esa marejada hedonista del momento, la
película fue rodada en Hawai y en California con una absorbente fotografía en Panavisión. Entre el candor rebelde de Ride the Wild Surf, de Don Taylor
(1964), y la actualización semi
profesional de En las manos de Dios,
de Zamlan King (1999), la película tiene su más fiel seguidor en el film de Kathrin Bigelow, Le llaman Bodhi.
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