Crystal Lake es
algo más que el mítico lago donde Jason Vorhess murió ahogado en Viernes 13. Es también una de las
localizaciones de esta modesta película de suspense psicológico, que gira en torno a un
profesor universitario (Michael Sarrazin) que tiene unos extraños sueños
recurrentes, en los cuales no reconoce a ninguna persona ni a ningún lugar.
Para conseguir una explicación, visitará todo tipo de médicos y psicólogos. Sus
sospechas le harán considerar la idea de que quizá está siendo poseído por
alguien que murió tiempo ha (ahí es nada). J. Lee Thompson rueda esta cuasi inofensiva
historia de reencarnaciones ilógicas y venganzas renovadas en la que lo más
destacable es, sin duda, la presencia de la encantadora Jennifer O’Neill. A
destacar también las escenas eróticas, bastante atrevidas para la época,
especialmente una con Margot Lois Lane Kidder
en la bañera. Por otro lado, ni la música de Jerry Goldsmith, ni la fotografía
de Victor J. Kemper (experto en películas de naturaleza similar, como Ojos o Las dos vidas de Audrie Rose), ni el imprevisto final logran elevar
el film de su factura artesanal,
lastrada (además) por su excesiva duración, por varias escenas reiterativas y
por una trama que cae varias veces en el tedio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario