Dennis Hopper,
el outsider oficial de USAmérica, ha rodado un par de películas sobre
las sombras del american way of life.
La más conocida es Easy Rider, de 1969,
protagonizada por él mismo, Peter Fonda y Jack Nicholson. Sin embargo, la más
dura, dramática y desolada es esta, No
Looking Back, de 1980, que el propio Hopper consideraba una especie de
continuación de la primera pero 10 años después. Una adolescente (Linda Manz)
vive con un padre expresidiario (Dennis Hopper) y una madre drogadicta (Sharon
Farrell), en un ambiente disfuncional en el que va acumulando rabia y
frustración por el sufrimiento vivido y por la ausencia de referentes morales. Una
película que describe, de forma descarnada, esa parte de la sociedad que vive
sin perspectivas, sin futuro, justo como pregona la música punk que admira la joven protagonista. Rodada en Vancouver
(Canada), con un cierto amateurismo
técnico, la película cuenta con la música de Neil Young, con canciones de Elvis
Presley y con la presencia fugaz de Raymond Burr, aunque lo que permanece en la
memoria del espectador son las intensas y convincentes interpretaciones de Hopper
y de Manz, así como el abrupto final. Es aconsejable completar su visionado con la lectura de Easy Riders Raging
Bulls: How the Sex-Drugs-And Rock 'n Roll Generation Save de Peter Biskind. Por cierto, no confundir con el No Looking Back de
Edward Burns.
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