Agradable producción
británica, de mediados de los sesenta, dirigida por un desconocido Bryan Forbes
e inspirada en la estupenda novela de Robert L. Stevenson del mismo título. La
historia gira en torno a los enredos que se suceden como consecuencia de una Tontina establecida tiempo ha y para la
que sólo quedan dos posibles ganadores, lo que la emparienta con esa maravilla
de la Ealing que es Ocho sentencias de
muerte. Algo confusa en su desarrollo, la película se sigue con interés por
su excelente terceto protagonista (Ralph Richardson, Michael Caine, John
Mills), por múltiples aciertos cómicos, por un entretenido juego de confusión
de cadáveres y por una maravillosa galería de estrambóticos personajes
secundarios (como el mayordomo, el doctor Pratt –un genial Peter Sellers- o el
inspector de policía), aunque el montaje flaquea en ocasiones (especialmente al
final, en la escena con los distintos cortejos fúnebres). Solvente ambientación
victoriana y uno de los primeros papeles del luego célebre Dudley Moore.
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